Una necesaria renovación

La triste verdad que trajo aparejada la crisis de 2001 con la frase “que se vayan todos” es que no se fue nadie, al menos de la política partidaria de la Argentina.

Y esa negativa a escuchar un clamor popular genuino fue la madre de la crisis de participación que vivieron los partidos durante las últimas dos décadas.

Al menos, eso parecía hasta relativamente poco en que parece haber cambiado el paradigma y, al menos en ciudades medianas y pequeñas, se empezaron a ver nuevas y nuevos actores, sin importar sus antecedentes ni militancias previas.

Por una parte, esto parece querer decir que los partidos entendieron que no hay que postular a los que hacen fila o juntan años en las sedes partidarias sino que hay que postular a los mejores.

Y quienes mayoritariamente vienen diciendo que sí a participar en la vida política de las ciudades son la franja que va de los 25 a los 45 años, algo muy saludable, por cierto.

Hace 20 años era impensable que un sub 50 gobernase una ciudad y los jóvenes que hacían fila esperando la sucesión eran los que tenían menos de 30 o un poco más de 40.

Hoy, la relación parece haberse dado vuelta y los sub 40 empiezan a ganar lugar entre las preferencias de un electorado joven.

Fuera cual sea la razón, resulta saludable que se vayan oxigenando los lugares de participación y que personas que vienen del ámbito privado se sumen sin más interés que ayudar a la comunidad en la que viven prestando un servicio público.

Al cierre de listas de candidatos para las elecciones de Jesús María, la revisión muestra que hay decenas de hombres y mujeres que aceptaron el reto de poner su nombre para formar parte de una de cinco opciones y la mayoría de ellos y ellas lo hacen por primera vez. ¡Bravo!