

Las inquietudes musicales de Gabriel Campana (en bajo y enología), Mariano Rupil (voz y guitarra), Guillermo Prez (batería), y Jordán Toro (pads y sintetizadores) se encontraron allá por 2016.
Los unía, por aquel entonces, cierto placer común por la música con distorsiones y volumen alto y un pasado en icónicas bandas de rock de nuestra zona como PKB (Porka Boya), 3 de Copas, y A lo bonzo, por mencionar mezquinamente a algunas.
Y de esos encuentros de carácter experimental fue tomando forma un proyecto igual de experimental, tanto que cuesta catalogarlo, si es que hubiese dicha necesidad.
La agrupación decidió llamarse a sí misma como Surfer comadreja y está a punto de presentar un material que lleva por nombre Música Líquida Vol. 1.
¿En qué consiste? Se trata ni más ni menos que de un album/vino o un vino/album. ¿Cómo se accede? Cada botella contiene el acceso digital a la música y contenido exclusivo de la banda.


El volumen 1 de Música Líquida incluye cuatro canciones que se invita a escuchar en paralelo a la degustación del vino, a través del escaneo de un código QR.
Vale mencionar que la música se gestó en el sótano de una antigua bodega caroyense que fue, durante todo este tiempo, una especie de sala de ensayo y donde tuvo lugar la experimentación.
En la gacetilla de prensa, los Surfer Comadreja (nombre con el que parecieran parodiar a la canción surfer calavera de LFC) dicen sobre ellos mismos: “Con tintes de rock experimental, grunge, humedad de bodega y sonidos de pueblo… crean sus canciones en el laboratorio de una antigua bodega de Colonia Caroya, un reducto lleno de humedad y artefactos misteriosos que sirven para la preparación del brebaje ancestral de Baco”.
En marcha
Ya tienen en línea una web con algunos adelantos en www.surfercomadreja.com, con una microhistoria de la banda, una tienda para compras digitales. Hay, incluso, un adelanto musical de dos minutos cuarenta segundos.
En Instagram, se los ve un poco más activos y ya tienen unos 850 seguidores y 47 publicaciones.
“Música Líquida Vol. 1 es un proyecto artístico que combina el placer de la música y el goce del vino a través de una experiencia sensorial. Su desarrollo se presenta como una propuesta innovadora y original que combina el arte de la degustación, el sonido, la ilustración, el video y la fotografía como lenguajes fundamentales del deleite de la experimentación”, añaden en el parte de prensa.
El proyecto contó, además, con el aporte musical de invitados como Fabricio Morás, Renata Bonamici, Jorge Luis Reales, Angel Vilkelis, el “Misty Soul Choir”, mientras que Lautaro Alincastro y Juan Rojas colaboraron en diseño e imagen.
La parte “vino’ de este objeto-consumible-escuchable corrió por cuenta del reconocido enólogo caroyense Gabriel Campana, quien se cargó sobre las espaldas el diseño enológico de esta propuesta.