
Por: Prof. Dr. Roberto Bertossi (Docente e investigador universitario. Experto en cooperativismo de la CoNEAU)
La acepción “manso“significa: sin espacio ni sentido para la violencia.
Durante momentos de enojo se pueden destruir irracionalmente muchas cosas; casi todo. Por enojo, muchos hermanos ya no se hablan y se alejan unos de otros, cuántas veces definitivamente. El enojo es lo opuesto a la mansedumbre.
¿Cuántos vínculos y cuántas cosas hemos destruido los argentinos con enojos, y cuántas hemos perdido muchas veces sin remedio y para siempre?
Un solo momento de enojo, cólera y ferocidad puede destruir irracionalmente muchas cosas. Se pierde el control y no se evalúa lo que verdaderamente es importante, pudiendo arruinarlo todo.
La mansedumbre se manifiesta en los momentos de conflicto, se ve en cómo se actúa ante una situación hostil. Cualquiera puede parecer manso cuando todo está tranquilo, pero ¿cómo actúa bajo presión cuando se siente ofendido, agredido, defraudado y empobrecido?”
Una respuesta posible, indeseable e inconveniente para todos es esa furia salvaje e irrefrenable que extravió toda racionalidad y otredad.



Una crisis evitable
A partir de esas premisas, por estas horas una estúpida crisis por “problemas de alcoba presidencial”, enojan y mantienen en ascuas a todo el pueblo argentino digno y trabajador, cuando contando con recursos humanos tan valiosos como envidiables condiciones naturales y materiales, torpemente no pegamos una, yendo de mal en peor.
Por eso mismo, mucha extraña e interpela la prolongadísima mansedumbre de tanto argentino sufriente, honestamente trabajador; pero empobrecido y defraudado, una y otra vez, en sus legítimas expectativas electorales.
La inoportuna renuncia del ministro de economía Martin Guzmán, sin perjuicio de sus responsabilidades personales, obedeció directamente a enrevesadas torpezas y mezquindades de actos propios y gestos públicos u oxímoron del lado B del oficialismo, en contra del corazón y del alma del orden institucional, económico y democrático nacional.
Todo en un contexto preñado de gravedad por una economía a la deriva en el que tuvieron lugar, con sus inconmensurables consecuencias negativas en términos de incertidumbre general, expectativas, tipo de cambio, confianza, poder adquisitivo, desabastecimiento, trabas en la economía e industria nacional, desempleo y desocupación.
Ello con el añadido de una inflación, pobreza e indigencia ya amenazados y acorraladas por los 3 dígitos, con sus secuelas nefastas de más hambre, más miseria y más envilecimiento humano.



Un informe global
El pasado 13 de abril, el último informe del Banco Mundial subrayó:
- Argentina es una de las economías más grandes de América Latina, con un Producto Interno Bruto (PIB) de aproximadamente US$490 mil millones.
- Con abundantes recursos naturales en energía y agricultura, en su territorio de 2,8 millones de kilómetros cuadrados, el país tiene tierras agrícolas de extraordinaria fertilidad, cuenta con importantes reservas de gas y litio, y tiene un enorme potencial en energías renovables.
- Argentina es un país líder en producción de alimentos, con industrias de gran escala en los sectores de agricultura y ganadería vacuna. Asimismo, tiene grandes oportunidades en algunos subsectores de manufacturas y en el sector de servicios innovadores de alta tecnología.
Ante semejante contradicción entre la abundancia de recursos disponibles y las necesidades humanas básicas de argentinos -infamemente insatisfechas-, sumada a un extravagante desatino y recíproca descalificación/desautorización entre los dos auto elegidos integrantes de un pésimo binomio ejecutivo nacional.
También alcanzable a la eventual complicidad de la oposición por omisión, falta de grandeza e irresponsabilidad institucional cuando se está jugando en buena medida el destino de nuestra patria común; ¡finalmente toda paciencia tiene su límite!
Así las cosas, por estas horas será tino puro tener más que presente el sabio apotegma “no enojemos al manso” disparando la furia latente de un pueblo mayoritariamente harto, largamente sufriente pero honesto, productivo y contribuyentemente trabajador, tanto en el campo como en pueblos y ciudades argentinas.