¿Qué será, será…?
“…al olor de la flor, se olvida la flor…(canción de Serrat)

Por: Juan Manuel García Escalada (Docente, Psicólogo Social, Sexólogo Social)
La recién proclamada Mis Universo 2021, Andrea Meza -de ciudadanía mexicana- responde ante una pregunta del jurado: “Vivimos en una sociedad que cada vez está más avanzada, y así como hemos avanzado también lo hemos hecho en los estereotipos”. Y esos modelos se manifiestan en las conductas, a veces hasta abyectas, entre los ciudadanos.
¿Es que el excesivo viaje de la información termina construyendo seres que se olvidan de lo que es el conocimiento? Conocimiento que es ¿rosa cuyo perfume hace olvidar la esencia en su estética constructora de lo social?
Y se van construyendo estereotipos culturales que, consciente e inconscientemente, ¿olvidan ya no sólo el sentir sino el pensar?
Esa información que viaja a una velocidad de luces infinitas que no da tiempo a pensar, nos muestra que el ser presente deberá adaptarse a la nueva antropología social y que eso lo está dislocando en conductas de histerias colectivas alrededor del mundo.
Se entiende que necesitemos la sociabilidad que se da en los encuentros, en los diversos espacios socio-culturales de la vida cotidiana. Pero esa desesperación que se manifiesta en las conductas hablan de una búsqueda de sentido que, la tecno-esfera nuestra, nos mantiene hablando en un mundo de soliloquios.

Pautas para el nuevo vivir
La pregunta en verdad que no se quiere hacer no es otra que cómo aprendemos a entender el nuevo vivir porque, a diferencia de otras pandemias, la actual conlleva lo real que se instala: la no expansión infinita de la naturaleza del planeta y la invasión de límites; invasión que ha confundido al ser humano en cuanto a lo que se entiende por globalización.
Hay límites que no se deben invadir y sí respetar.
Y lo otro real que se instala es la “segura” inseguridad del vivir, ¿cuál es lo “real” de la existencia?
Salir desde adentro hacia afuera, y mirarnos en nuestro espejo, nos permite objetivar mejor. Salir hacia afuera, puede ser escapar de uno mismo. Al escapar de nuestro interior quitamos movimiento y nos paraliza las conductas. Circunscribo mi existencia a determinadas pautas, que terminan dañándome. Y el miedo, en negación, transforma la solidaridad necesaria para convivir, en actitudes hostiles. Se ha birlado la palabra del otro/a, ergo, la escucha mutua.

Movimiento limitado
Si se quiere saber lo que es pasar por limitación de movimiento, hay que escuchar a la escritora chilena Diamela Eltit, cuando relata: “en los recreos, los profesores hablábamos del tiempo, eran conversaciones vacías, el lenguaje se angostó, se suprimieron muchos términos”. Miedo a ser delatados por ser pensante. “…Tampoco había noche, hubo toque de queda durante 17 años, era joven, se acabó la noche…” Romper ese límite significaba la muerte.
Ahora también está presente la muerte solapada por un acto de imprudencia, y se multiplica ésta por no entender la solidaridad: Te cuidas, me cuidas. Me cuido, te cuido. Si hacemos culto a la individualidad terminamos destruyéndonos.
Pero a diferencia de esa violencia que sufrió como chilena desde un régimen dictatorial, tenemos la posibilidad de pensarnos porque la palabra no está prohibida, y sólo se puede cambiar y convivir en paz, cuando hacemos uso racional de ellas, algo en desuso en este momento, de carencias racionales en debatir y respetar y, fundamentalmente, escuchar al que piensa diferente.

“En un apartado rincón del universo, donde titilan innumerables sistemas solares, hubo un astro en el que inteligentes animales inventaron el conocimiento… Tras pocos resuellos de la naturaleza, el astro se congeló y los inteligentes animales hubieron de morir”. Se cumplirá esta mirada nietzscheana.
Tomar conciencia de la muerte como hecho biológico real en el acontecer humano nuestro, implica que aparecerán conductas disímiles que se agrupan en aspectos que van de la negación, a la valentía, la provocación, el escape, las abstractas utopías. Pero también hay quienes enfrentan las dificultades buscando resolver las cuestiones que han sido irresponsabilidades de la siempre cuestión supremacista del humano ante la existencia que lo rodea.
Hemos llegado a una época en la cual vivimos en un estado de velocidad y olvido constante.
Escribió Ernesto Sábato (novelista, ensayista, físico, pintor; 1911-2011): “El hombre no se puede mantener humano a esta velocidad, si vive como autómata será aniquilado. La serenidad, una cierta lentitud, es tan inseparable de la vida del hombre, como el suceder de las estaciones”.
No desaprovechemos este presente. Aprendamos a Educar para Sentir, para Pensar, para Amar.