

Un informe elaborado por la ingeniera agrónoma Rocío Soratti reveló que en la presente campaña se detectaron cultivos de vid afectados por la deriva de herbicidas hormonales, cuyo uso está prohibido.
A fines de agosto de 2016, el ministro de Agricultura y Ganadería, Sergio Busso, firmó la resolución que impuso que en todo el territorio cordobés no se pueda aplicar el herbicida hormonal volátil conocido como 2,4D en un “período ventana” que va de agosto a marzo de cada año.
En esa ventana es cuando se produce la brotación y floración de infinidad de cultivos de hoja ancha (frutales, hortalizas, flores ornamentales), entre ellos, la vid.
Sin embargo, y pese a la prohibición vigente, en Caroya se siguen detectando afectaciones en viñedos por la deriva de herbicidas hormonales como el 2.4D éster y de otros como el Picloran, y el Dicamba.
Rocío Soratti relevó los daños observados este año en cultivos que abarcan unas 85 hectáreas sobre las 116 que tiene la uva en Caroya.
Las primeras afectaciones las notó el 14 de octubre -en plena prohibición de uso de hormonales- y empeoró durante noviembre.
“Con una ecuación al límite, nos compromete la maduración de la fruta, eventualmente una merma en la cosecha 2021, y le obliga al productor a realizar despuntes o suplementar con fertilizantes lo que implica mayores gastos”, explicó Soratti.
Según detalló la profesional, se vieron afectados mayormente viñedos ubicados en la zona norte de la ciudad, pero también se notó en los parrales caseros en plena zona urbana.
“Cuando el daño ya está hecho, es difícil saber cómo se produjo”, añadió Soratti para explicar que los daños podrían haberse producido por aplicar esos herbicidas en condiciones no adecuadas (temperatura y humedad elevada, por ejemplo) en las inmediaciones de los viñedos o si se trata del resultado de la deriva de los hormonales desde otras jurisdicciones y departamentos.


El informe
“Observamos que a pesar de las prohibiciones a nivel regional y provincial en el uso de algunos herbicidas, cuyos principios activos afectan nuestras producciones, los daños en el cultivo de vid siguen manifestándose todos los años, y son más acentuados en ésta campaña”, señala el informe elaborado por la ingeniera Soratti del departamento Agrario de bodega La Caroyense.
“Desde el inicio de brotación hasta la fecha -añade el informe- se recorrieron alrededor de 35 fincas ubicadas a lo largo y ancho de Colonia Caroya y todos los viñedos con sus diferentes variedades presentaron en mayor o menor escala daños compatibles con el uso de herbicidas hormonales como el 2,4 D y Dicamba”.
Los síntomas detectados en la presente campaña incluyeron atrofia de las hojas, epinastia del tallo y daño a los puntos terminales de crecimiento. También se noto la proliferación de tejidos a lo largo del tallo que puede derivar en desintegración o bloqueo de tejido de floema y xilema.
Finalmente, se detectó malformación en las hojas y fue mucho más prominente en las hojas más jóvenes y de crecimiento más rápido.
La profesional concluyó en que el productor debe realizar prácticas de manejo adicionales con sus consiguientes gastos económicos en mano de obra e insumos, hoy inviables.