Más o menos desde septiembre de 2016, un grupo de personas con discapacidad visual se reúne en la Biblioteca Popular Sarmiento para compartir inquietudes y canalizar demandas.
La mesa fundadora del grupo que ahora se llama Prestame tus ojos arrancó con Graciela Vázquez y Miguel Cejas, pero después se fueron sumando muchos más.
La mayoría tiene en común que se conoció fuera de Jesús María, específicamente, mientras adquirían habilidades en el Centro de Rehabilitación Para Ciegos Adultos Julián Baquero para sobrellevar su discapacidad visual.
Pero, de inmediato les surgió la idea de socializar esos saberes en una red local que pudiese abarcar a todos. Hay personas que tienen ceguera de nacimiento, otros que tienen visión disminuida, y otros que fueron quedándose ciegos en forma paulatina.


A todos les une la misma problemática, además de la problemática que la propia ciudad les genera porque en términos de accesibilidad avanzó bastante, pero nunca lo suficiente.
La gran mayoría de las personas que tienen una discapacidad visual no son ciegas, sino que tienen una disminución en su campo visual. Estadísticamente, Jesús María debería tener unas 800 personas en esa condición.
Llegar a la comunidad
La pandemia del coronavirus, como en tantos otros espacios, resultó un factor de dispersión del grupo que estuvo durante bastante tiempo conectado, pero sin poder encontrarse físicamente.
Pero han vuelto este año y con ganas de redoblar la apuesta. Los segundos y cuartos miércoles del mes se reúnen en la Biblioteca en horario de la tarde.


Más allá de eso, durante 2021, presentaron una nota a la Municipalidad de Jesús María en la que se quejaron del estado de las veredas y de la falta de poda correcta de los árboles que son el principal escollo con el que se topan en la vía pública.
“A toda persona que ha perdido su visión, por la razón que sea, lo peor que le pasa es el miedo”, destaca Graciela Vázquez.
Y aunque reconoce que en el actual estado el grupo no puede ofrecer “servicios”, sí realizan un servicio solidario al acompañar desde el asesoramiento -compartiendo sus vivencias y conocimiento, hasta el marco legal que los ampara- y decirles qué puerta hay que tocar para resolver problemas.
Al preguntarle a Graciela cómo ve la ciudad en materia de accesibilidad, responde sin reparos: “Soy una persona que anda mucho y a mí me gusta andar sola. Y me gusta la gente que te regala unos minutos de su tiempo para ayudarte. No obstante, le hemos comunicado sugerencias y críticas al secretario de Gobierno en cuanto a intervenciones urbanas”.


Y cita como ejemplo: “La mayoría de las personas con discapacidad visual no tiene problemas con las escaleras, pero sí lo tenemos en algunas esquinas céntricas intervenidas donde la vereda quedó al mismo nivel de la calle. Puedo terminar con mi bastón en medio de la calle. No hay nada que me avise que se terminó la vereda, por ejemplo, frente al Banco de Córdoba”.
No pasa lo mismo en la última intervención de las esquinas de Ingeniero Olmos y Tucumán. Allí, hay referencias concretas que facilitan el tránsito.