Nuestros hijos no nos tienen paciencia
Muchos adultos hemos descubierto muy tarde que nuestra crianza y modelos estaban repletos de machismo y patriarcado. Modificar ese patrón no es fácil.

Muchas cosas que formaban parte de nuestro humor cotidiano, en muy poco tiempo, se convirtieron en incorrección política y merecen por parte de nuestros hijos de severos reproches.
Más de uno habrá querido compartir un meme o un chiste en la convicción de que realmente es gracioso y recibe del otro lado un seco: “Papá (o Mamá), ¡eso atrasa!”.
Hay canciones que cantábamos a garganta suelta en los casamientos de hace 20 años y que hoy tienen una connotación que las hace “incantables”. Por citar sólo un ejemplo, Vení, Raquel de los Auténticos Decadentes. Es la canción sobre un acoso masivo a una mujer que hoy resulta absolutamente intolerable.
Pero la lista se amplía a muchos otros clásicos como La media vuelta, popularizada por Luis Miguel, o Every breath you take de The Police. Y así en distintos géneros en todo el mundo donde la mujer aparece como parte de la “propiedad” de un hombre.

Darnos cuenta de que eso estaba mal forma parte de un proceso en el que muchos adultos estamos. El problema es que muchos crecimos durante décadas bajo esos modelos y desterrarlos no es ni fácil ni rápido.
Y quienes se muestran más impacientes frente a esos procesos son nuestros hijos que nos “exigen” aggiornarnos, ser modernos, abiertos, diversos, no sexista, no machistas, ni patriarcales.
Es más: muchos de nuestros hijos nos condenan por no ser más rápidos en la adquisición de nuevos hábitos y son excesivamente duros al criticarnos a medida de que vamos intentando cambiar.
Hoy, es frecuente toparse con adultos entristecidos por la condena que reciben de sus hijos y sólo una buena catarsis con otros semejantes la hace más llevadera. La sensación es que las cesiones son desparejas y es necesario un equilibrio mayor.