Menos media training y menos coucheo
Para reconectarse con la ciudadanía, la clase política debe dejar de contestar a todo con “respuestas programadas y mecánicas”.

Quienes tuvieron la ocasión de entrevistar a Ramón Bautista Mestre o a José Manuel de la Sota saben que no eran de los dirigentes que se guardaban nada.
Si les enojaba una pregunta de algún periodista en una rueda de prensa lo hacían saber y notar. De la sota era capaz de fulminarte con una mirada y Mestre de levantar el tono y responder con enojo.
No sé si esas actitudes los hacían mejores o peores gobernantes, pero seguramente los humanizaban bastante.
De más está decir que se trataba de otros tiempos y de otra inmediatez y la verdadera intermediación con la comunidad la ejercía mayoritariamente el periodismo.
Pero la clase política de hoy ha caído en una suerte de insulsez dialéctica. Usa un montón de palabras con el ánimo de contestar, pero no dice nada.

Hay todo un floreo que simula inteligencia, pero está vacía de contenido y son capaces de responder largamente a cosas que nadie les preguntó.
Son expertos en patearla al córner y no tienen la decencia de plantearse frente a un interrogante con un sencillo ‘no lo sé, pero lo voy a averiguar’.
Después de todo, no están obligados a saberlo todo ni a tener la destreza técnica para explicar algo que esté fuera de su ámbito de conocimiento.
Hay mucho entrenamiento de medios (media training) y mucho coucheo (del Coaching Ontológico), pero ese entrenamiento los pone en un lugar diferente del que pretenden.
En lugar de acercase con sus discursos a la ciudadanía, están cada vez más lejos. Contestan bonito, eso sí, pero puras habladurías con firuletes y adornos.
Y se han llenado de excusas. Tienen una para cada incumplimiento, para cada promesa rota, para cada obra o servicio postergado.
Y hasta se nota que les falta la emoción del estar vivo (salvo honrosas excepciones) que los aleja del pueblo.