Médico de los de antes, Maximiliano «el Pequi» D’Olivo
Maximiliano D’Olivo falleció esta semana a los 85 años. Muchísima gente lo recordó como un médico cercano, comprometido, con una gran entrega.

A veces, una historia personal condiciona la valoración que uno tiene sobre una persona. Y a este editor hay una historia que lo liga a Maximiliano “Pequi” D’Olivo.
No conocía personalmente al Pequi, sólo por referencias de otros colegas y amigos. En varios asados, escuché anécdotas que lo pintaban como un médico con un compromiso total para con su comunidad y sus pacientes.
Podían variar los comensales, pero el elogio era unánime respecto de lo buen profesional y buen tipo que era el médico caroyense.
Una siesta, nuestro hijo Santino que tenía apenas 26 días estuvo llorón. Nos pareció raro porque no era así. Lo notábamos molesto y decidimos hacer una consulta con su pediatra, el “Coco” Flores.
A poco de revisarlo, le preguntó a mi esposa Mercedes respecto de con quién nos atendíamos quirúrgicamente. No entendía nada. Nos estaban anunciando que había que operar de urgencia a Santino por una hernia inguinal.
Flores levantó el teléfono y nos hizo las gestiones para llevarlo al Sanatorio Caroya. Allí, nos esperaría el “Pequi” D’Olivo.

Cualquier padre que haya pasado por la experiencia de tener que someter a un hijo o hija de tan pocos días a una intervención quirúrgica sabrá lo que se siente.
Por unas horas, fuimos un manojo de nervios y congoja y caminamos los pasillos del Sanatorio con insistencia, alternando con muchas plegarias.
D’Olivo, que ya contaba con 70 años para esa fecha, se hizo personalmente cargo de esa operación y la ejecutó con maestría.
Nos quedó una deuda de gratitud que nunca podremos saldar. Ojalá que estas líneas le hagan memoria ahora que no está.