La “Reina del Norte” busca desincriminarse de la muerte de Wanda
Romina Vernola se opuso a la elevación a juicio dispuesta por el fiscal Guillermo Monti en la causa que la investiga cómo presunta promotora de recompensa por la muerte de la adolescente.

El pasado 17 de noviembre, con un expediente de casi 20 cuerpos, más de 30 testimonios, y peritajes de todo tipo, el fiscal de Instrucción de Jesús María, Guillermo Monti, decidió concluir la investigación sobre el femicidio de Wanda Abigaíl Navarro y elevar la causa a juicio. De los cuatro imputados que tiene la causa, solamente Romina Vernola se opuso y espera resolución del Juzgado de Control.
Vernola, apodada “la Reina del Norte”, viene de reconocer en juicio abreviado su responsabilidad penal en la comercialización de estupefacientes junto a su hermano Jonatan y la exagente de policía Analía Romero. Mientras permanecía detenida por esa causa, la mujer se enteró de que también estaba imputada en otra causa como instigadora de la muerte de Wanda Navarro, es decir, por haber ofrecido recompensa por su muerte.
El juicio abreviado recayó en la Cámara Criminal de Sexta Nominación, Sala Unipersonal N° 1, que presidió el vocal Enrique Buteler y donde ofició como fiscal de Cámara Marcelo Altamirano. Allí, la Reina del Norte recibió una condena de tres años de prisión, en razón de que no tenía antecedentes penales y era su primer juicio. Reconoció en él su culpabilidad en la venta de drogas, se declaró adicta, y se sometió a tratamiento en el establecimiento penitenciario. Dijo estar arrepentida porque perdió a su familia, especialmente a su pequeña hija de cuatro años.
Con esta condena y en razón del tiempo que Vernola permaneció detenida, ya estaría en condiciones de solicitar la libertad condicional, pero siempre y cuando logre desincriminarse de la otra causa en la que es acusada de haber prometido recompensa por matar a la adolescente de 15 años de Jesús María.

Que la compromete con Wanda
Aunque parecieran dos causas independientes, ambas causas tienen como común denominador el tema de las drogas. El resto de los imputados por la muerte de Wanda –Mario García, Claudio Schmidt, y Maximiliano Vargas- ha reconocido su estatus como consumidor de sustancias. Los tres aseguran desconocer a Vernola y ella asegura que tampoco los conoce.
Sin embargo, en la sentencia del reciente juicio abreviado un testigo cuenta que, en una oportunidad, iban juntos hacia la ciudad de Córdoba y que Vernola le reconoce que había estado enojado con él y que había pensado en contratar a unos matones para que le dieran un susto.
“Mirá si se les iba la mano como se les fue con la chica”, señaló este hombre sobre lo que le dijo Vernola. El testimonio, transcripto en la sentencia, se completa con el reconocimien-to de que dichos matones no eran otros que García, Schmidt, y Vargas, los mismos tres a quienes se les acusa de haber dado muerte a Wanda por promesa de recompensa.
El triste corolario de la recompensa también lo aporta este testigo cuando asegura que le escuchó a Vernola decir que les iba a dar “entre tres y cinco gramos de droga, alitas de cocaína, como forma de pago”. De confirmarse en juicio la tesis del fiscal Monti, a Wanda la mataron por una paga insignificante.
La pieza de la investigación de la que no se filtró nada a lo largo de estos dos largos años tiene que ver con preguntas que nadie pudo responder hasta ahora. ¿Por qué alguien enviaría a matar a una adolescente de 15 de años? ¿Celos femeninos? ¿Ajuste de cuentas por deudas? Y si fuese un ajuste de cuentas por deudas ¿Contra quién? ¿Por qué? o ¿Por cuánto?.
Desde la muerte de la menor, las redes sociales y los rumores del barrio no hablan de otra cosa que del tema de las drogas. Y para darle crédito a esas especulaciones, habrá que esperar hasta juicio, inexorablemente.

Un submundo presente
La muerte de Wanda abrió la puerta a una Jesús María que nadie se animaba a reconocer: la de una ciudad en la que la droga circula con una naturalidad, intensidad y volumen idéntico al de otras de tamaño semejante. Y toda circulación de drogas supone una serie de reglas propias de las ficciones en las que no faltan aprietes, excesos, y abusos de todo tipo. En una trama así, se tejió la muerte de Wanda Abigaíl Navarro un 23 de agosto de 2018.
Wanda tenía 15 años y está acreditado que conocía a sus presuntos matadores, hombres que la doblaban en edad y sobre quienes recayó una imputación de igual gravedad que la del femicidio: el fiscal los hace responsable de haber abusado sexualmente de la menor, aprovechándose de su inmadurez, de haberle hecho consumir drogas y alcohol, y hasta de haberla amenazado con armas blancas para acceder a esos abusos.
Su muerte reveló un submundo crudo y estremecedor.