
Está claro que ningún conflicto bélico es motivo de risa sino todo lo contrario. Pero más allá de la enérgica condena que se pueda hacer de cada enfrentamiento armado, también es cierto que ofrece lugar para un cierto tipo de humor que más que hacernos reír nos invita a la reflexión.
En particular, llama la atención un meme en el que dejan afuera a Rusia del Mundial de Qatar y Vladimir Putin sonríe al tiempo en que se pregunta si habrá mundo para entonces.
La tecnología nos ha puesto en este punto en una situación inédita: podemos asistir en vivo y en directo a decenas de acciones bélicas ya no solo por lo que pueden llegar a transmitir las cadenas de televisión sino cualquier usuario que tenga una conexión a internet y unas cuantas redes sociales.
El relato de la guerra, en este punto, no sólo lo comunican los periodistas sino también los propios actores del conflicto, los que están en el frente, los que atacan, los que resisten.
Y en cualquiera de los casos el cuestionamiento sigue siendo el mismo: no hay ningún justificativo para suprimir una vida ni derribar un edificio.



Es como si no hubiésemos aprendido de las guerras de antaño y de todo el mal que dejaron como consecuencia.
Puede parecer que hay ganadores o perdedores, cuando en realidad perdemos todos. Se pierde si se reemplaza el diálogo por un disparo.
Se pierde cuando alguien entiende que no hay manera de negociación alguna y marcha a un enfrentamiento que hasta suena ilógico en pleno siglo XXI.
Lo que nunca suena ilógico es el interés en los recursos naturales de países que nacieron privilegiados en cuanto a posesión de gas, petróleo, tierras fértiles, minerales, y metales.
Tampoco hay que ser cándidos. Ninguna guerra es gratuita y siempre esconde intereses que nunca están a la vista.