La clase media en el imaginario
La pérdida del poder adquisitivo en estos momento es casi irrelevante en relación a la posibilidad de perder el estatus de ser de clase media argentina.

Ilustración de Oscar Roldán
Guillermo Oliveto es Licenciado en Administración de Empresas ( UBA ) y CEO de Consultora W, una empresa que fundó en 2010 y que se focaliza en la “Consultoría Estratégica basada en Evidencias”.
En su libro Argenchip de 2014 donde desarrolló ¿Cómo somos y cómo pensamos los argentinos?, se expresó claramente sobre la clase media.
“En nuestro país, la clase media es, antes que nada, un imaginario colectivo, un lugar de pertenencia que ordena y tranquiliza, que construye sentido”, definió categórico.
Es que una de la peores preocupaciones de este momento para una porción importante de la ciudadanía es la posibilidad concreta de dejar de ser clase media.
En Argentina la clase media es un “querer ser” y un “deber ser”. Implica compartir un núcleo de valores, códigos y búsquedas estables que expresan su esencia.

A un clase media lo define bastante lo que ella mismo cree que no es.
Es no ser ni “rico” ni “pobre”. No “estar salvado” ni tampoco vivir en la marginalidad. No pertenecer a la histórica clase alta de origen terrateniente ni al grupo de personas que viven en la pobreza.
No ser inculto ni ignorante. No tener mayordomo, ni chofer ni seguridad privada. No poder darse el lujo de dejar de trabajar a una edad temprana.
No estar imposibilitado de una potencial movilidad social ascendente, ni tampoco “inmunizado” frente al riesgo de una movilidad social descendente.
Un informe realizado por Idesa, a pedido de La Voz del Interior, estableció que hoy una familia tipo –dos adultos y dos niños– de “clase media” debe moverse en una franja que va desde los $ 116 mil por mes hasta los $ 371 mil.
La plegaria de este tiempo es que frene la pérdida del poder adquisitivo que tanto angustia y que no haya más movilidad.