
Hartos de recibir órdenes y contraórdenes, mensajes contradictorios, e improvisaciones, los y las docentes de Jesús María y Colonia Caroya redactaron una carta y vienen juntando firmas antes de enviársela al ministro de Educación Provincial, Walter Grahovac.
La síntesis del malestar generalizado partió del IPEM 272 de Jesús María y se fue extendiendo al resto de los establecimientos educativos y comenzó a hacerse masivo en los chats de redes sociales.
Antes de enumerar las críticas, quienes firmaron la misiva calificaron la gestión de la pandemia en estos términos: “queremos hacer llegar a usted nuestra profunda disconformidad por el tratamiento ineficiente que se le dio a la actividad escolar durante la pandemia”.
En primer término, la queja se centró en la falta de planificación sobre las acciones a seguir en pandemia durante el presente ciclo lectivo.



“Entendemos que el contexto 2020 fue de emergencia, pero el desgaste psicofísico que eso ocasionó – pues debimos dedicarnos las 24 horas del día y los siete días de la semana- no es posible de cuantificar o de valorar en términos de salud física y mental. Esto se toleró porque la situación así lo requería y ameritaba. Sin embargo, es imposible permitir/ sostener en el presente ciclo lectivo”, argumentaron.
Otro tramo importante de la carta se refiere al “grado de improvisación” del Ministerio en las políticas que comenzaron a impartirse desde febrero pasado.
Y enumeraron algunos de los casos más notorios:
- Cambios en el sistema de calificación (primero un buen desempeño merecía un muy logrado-ML-, en otros momentos fue muy satisfactorio- MS- y en otros, una nota cuantitativa).
- Desorganización de clases y de materias: algunas mágicamente se convirtieron en talleres, otras se aglutinaron/fundieron hasta ser una sola materia (educación física y música, por ejemplo), otras perdieron todo su espíritu y se dictaron de manera virtual (teatro, es otro buen ejemplo). Todo ello sin ninguna planificación previa y apelando a la buena disposición de los encargados de dictar las clases.
- Cambios constantes y permanentes de horarios, que al día de la fecha siguen produciéndose.
- Disminución y/o pérdida de medios de transportes públicos, lo que implicó un gasto extra que se debió solventar sin protestar y sin recibir ninguna ayuda extra por parte del Estado.



“Esta “dinámica” instalada por su Ministerio nos coloca a nosotros, a los docentes y no docentes que sí estamos frente a los alumnos teniendo que dar respuestas, en las antípodas de cualquier objetivo pedagógico serio que de verdad pretenda una educación de calidad. Y nos sume en un estrés nocivo, dañino y difícil de imaginar”, refirieron antes de solicitar algunas medidas correctivas.
Por ejemplo, que se vuelvan a resignificar las autonomías escolares y que haya una escucha activa de sugerencias de los docentes.
También que se planifique con una proyección de 3/6 meses (como se les exige a los y las docentes), para generar un mínimo de estabilidad y se pueda lograr un aprendizaje significativo en los alumnos y un clima de trabajo menos alienante.
Y que se respete el rol docente, revalorizando la autoridad pedagógica, evitando desautorizaciones constantes.