
Oficialmente, hay alrededor de 2000 personas recuperadas de Covid-19 en nuestra microrregión. Imposible calcular la cantidad de asintomáticos que tuvimos porque ellos transitaron la enfermedad y se curaron sin enterarse y sin engrosar las estadísticas.
Y como el conteo de contagiados tampoco incluyó el “nexo epidemiológico”, es decir, a todos los que en una misma vivienda tuvieron los ‘síntomas’, pero no fueron hisopados ni recibieron confirmación positiva, es difícil calcular cuántos fueron, pero tranquilamente podría decirse que hubo otros seis mil.
Y si dicen que la mitad transita la enfermedad sin síntomas, podríamos afirmar que unas 16 mil personas integran el lote de recuperados (2 mil confirmados oficialmente, 6 mil por nexo epidemiológico, y 8 mil asintomáticos).
Caroya, Sinsacate y Jesús María suman alrededor de 70 mil habitantes, con lo que la cifra de contagiados supera por poco el 20 %. No puede asegurarse, con esa cifra, que se haya logrado la “inmunidad de rebaño” que podría hacer retroceder el avance del coronavirus.
En este contexto, vale la reflexión respecto de cómo afrontar las fiestas de fin de año que se vienen. Sabemos que son oportunidad de encuentro, de intercambio de abrazos y cercanía física, en un contexto donde todavía no hubo vacunación masiva ni tampoco se halló un tratamiento efectivo para afrontar un contagio.
Cada uno sabrá qué medidas adoptar para no exponer al “riesgo” a los que tienen menor propensión a resistir la enfermedad.
Tantos han hecho tanto esfuerzo durante estos meses, manteniendo la distancia, que lo lógico es sugerirles que sigan extremando los cuidados para que las fiestas sean fructíferas.