

“Con respeto, en silencio y sin insultos pedimos Justicia por Lautaro y Agustín”, decía el cartel que encabezó la multitudinaria marcha en reclamo por la muerte de Lautaro Guzmán y Agustín Barrios, dos jóvenes de 23 años que murieron el 19 de junio tras una persecución policial.
Lo único que está claro, hasta hoy, es que el cabo Juan Cano montaba guardia, dentro del marco de un operativo cerrojo por un robo calificado que había tenido lugar en Caroya, cuando vio pasar a los jóvenes Guzmán y Barrios en una motocicleta y, en apariencia, cometiendo una infracción de tránsito: pasar un semáforo en rojo.
Y decidió perseguirlos, de cerca, hasta que cuatro cuadras más adelante se produjo el accidente que terminó con la vida de ambos muchachos y con el policía con serios traumatismos.


¿Siguió Cano el procedimiento estándar de persecución? ¿Creyó estar frente a los probables autores del robo calificado y se aventuró a atraparlos? ¿Se trató de un error de percepción que nunca tuvo que tener el desenlace fatal? ¿Exageró el policía al lanzarse en persecución por una -en apariencia- infracción de tránsito?
Todas esas preguntas rondan las cabezas y los corazones de los familiares y amigos de Nano y Agus y creen que no habrá tranquilidad para ellos hasta que todas y cada una de esas preguntas sean respondidas.
Pasaron dos meses y las familias aseguran que sólo tuvieron de las autoridades policiales y judiciales un hondo silencio.


Condenar una cultura que estigmatiza
Con los sucesos recientes que culminaron con la vida de Blas Correas en la ciudad de Córdoba, otra lamentable víctima del gatillo fácil, las familias de nuestra zona aseguraron haberse topado con un “mundo nuevo”.
Y ese mundo tiene que ver con un proceder policial que estigmatiza a los muchachos de ciertos barrios, a los que son portadores de ciertas características físicas o de vestimenta, y que concluyen en atropellos a sus derechos y excesos en las atribuciones que tienen los agentes de azul.
Rosa Guzmán, hermana de Lautaro, lo puso en estos términos: “Mi hermano y Agustín no tenían antecedentes, eran dos chicos de bien, muy amados, queridos por todos. Ellos en su corta vida se ganaron el amor de mucha gente. Murieron por un mal procedimiento policial”.


“La Policía -criticó con dureza- acosa a los chicos, los amedrenta, los asusta. ¿Por qué no frenan? Porque les quitan la moto, les pegan, se las rompen. Los chicos le tienen miedo a la Policía. ¿Por qué no se replantean ellos cómo son con la juventud? ¿Por qué matan a nuestros adolescentes y jóvenes? ¿Por qué tanta distancia entre la institución que debería cuidarnos, protegernos?”.
Rosa mencionó otro caso reciente de un menor de edad que murió en Sierras y Parques al chocar contra un árbol en su motocicleta, y que también era perseguido por la Policía.
Lorena, otra de las hermanas de Lautaro, acotó: “Ellos (por la policía) están para perseguir los delitos, no una infracción de tránsito porque para eso está el zorro gris. Hubiesen hecho un cerrojo y nada estaría marchando. Actuaron de una manera muy fea, llevan por delante a la gente”.