Esperanza, sí; relajamiento, no
Haber dado vuelta la página de un año a otro no implica automáticamente ninguna mejora. Si queremos un 2021 diferente, tendremos que construirlo.

2021 pareciera, por los anuncios, el año en que se le podrá dar un combate un poco más decente al temible coronavirus.
La mayoría de los laboratorios tiene muy avanzados sus estudios sobre nuevas vacunas para generar inmunidad.
Y muchos países ya comenzaron a vacunar a sus ciudadanos con autorizaciones de emergencia de sus organismos de control sanitario.
La ansiada inmunidad de rebaño podría concretarse en muchos países y el Covid-19 retroceder hasta reducirse hasta su mínima expresión.
Pero, claro, todo este proceso demandará unos cuantos meses y lo más probable es que, en algunos casos, dure hasta mitad de año y, en otros, hasta el final.
Por ese motivo, la invitación es a la esperanza. Muchos soñamos con que puedan inmunizarse lo antes posible nuestros afectos que pertenecen a los grupos de riesgo (abuelos, padres, familiares y amigos con comorbilidades).
Porque el coronavirus ha sido impiadoso con ese segmento y ha generado demasiadas lágrimas y demasiado miedo.

Y se trata de un enemigo raro porque casi no le hace nada a los más peques ni a los adolescentes, pero se convierte en un rival severo para los más grandes.
Y se trata de un enemigo que se filtra en el menor descuido, que se esparce rápido, y del que aprendemos algo nuevo todos los días.
Está claro que no podemos ni debemos suspender nuestra vida, pero nos vienen por delante meses en los que habrá que estar muy atentos y no descuidarnos para no tirar por la borda los esfuerzos que hemos hecho.
Que el 2021 nos encuentre llenos de fe y esperanza, pero si queremos un mejor año tendremos que construirlo juntos.