31/03/2023

¿Es tan mala la meritocracia?

Uno de los grandes debates sobre el tema se debe, en realidad, a una confusión respecto del significado de la palabra mérito que implica acción.

El presidente Alberto Fernández lanzó una frase “disparatada” cuando dijo “con la meritocracia se provocan gobiernos para unos pocos”.

Y un gran número de personas asintió como si se tratara de una verdad revelada cuando, en realidad, se trata de una mala interpretación sobre la palabra mérito.

El periodista Nicolás Lucca, autor de dos libros y cuyas notas pueden leerse en la web Relato del Presente, lo explicó con bastante sencillez (e ironía).

Porque el mérito es, en todas las acepciones del diccionario, una relación directa entre una acción y un resultado. En ningún momento se lo considera algo malo.

“Si alguien ‘merece’ algo es porque, básicamente, hizo ‘mérito’. Si alguien obtiene un beneficio solo porque es rico, no hizo mérito. Si lo obtiene solo porque es pobre, tampoco”, distingue Lucca.

Y añade: “Meritocracia no es Oligarquía. Es, nada más ni nada menos, un sistema en el que se le da a cada uno lo que le corresponde, lo que merece, en base a sus acciones. Y, en todo caso, no hay nada más oligarca que repartirse los cargos entre amigos, compañeros o parientes”.

A hacer mérito, muchas generaciones aprendimos desde muy chicos. Estudiar mucho para sacar una buena nota, estudiar mucho para ganar un premio o la posibilidad de participar de algún encuentro extraescolar.

Ganabas eso no porque le cayeras simpático a la maestra ni porque ella te eligiera, sino porque el resultado de tu acción -estudiar- te había hecho merecedor -mérito- del premio o la nota o del viaje fuera del cole.

Lamentablemente y sobre todo en gran parte de la política el mérito se confunde con “militancia”. Ya no hablamos de estar calificado, de haber rendido concurso, de ser el más apto para la tarea requerida.

Y vale el ejemplo de Lucca para graficar la confusión que genera y lo aplica a la Selección Argentina de Fútbol: “Ninguno de los jugadores seleccionados estaban allí por ser amigos del DT, o los hijos o los hermanos. Ahora, ¿qué tan lejos habríamos llegado si poníamos de arquero a Juan Cabandié, por más unido que sea con el resto del equipo y por más ganas de trabajar que tenga?”.

Hay que devolverle el mérito su verdadero sentido.

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