

Por: Juan Manuel García Escalada (Docente, Psicólogo Social, Sexólogo Social)
No soy peronista. No soy Antiperonista.
Yo
Fue un primer ministro de nuestro país quien expresó: “Sólo hace falta que tengamos un presidente santiagueño ahora…”. Claro: Discriminación, clasismo y lo despectivo hacia un comprovinciano.
Sin ninguna duda, su expresión derivaba de la antigua y eterna costumbre de nombrar a las provincias como “el interior” del país.
Es algo típico expresarse así, donde hay predominancia de una mirada en ombligo desde la provincia de Buenos Aires, más precisamente desde los habitantes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (ex Capital Federal). Sentirse extranjeros dentro de sí mismos.
Digo esto porque, cuando se habla de decisiones a tomar, ¿Cuánto de ideología están impregnadas aquellas y cuánto de estructuras psicológicas- culturales?
Toda decisión está basada sobre aspectos psicológicos y contextuales. Se conformarán diferentes personalidades, con sus características propias, pero ninguna prescinde de los aspectos de la psiquis y sus estructuras constituyentes. Que van disfrazadas de creencias, de ideologías, donde subyace “ese” inconsciente.


Lo que los medios hacen
Mirar, prestar atención, escuchar de dónde vienen, y a quiénes benefician los “Dimes y Diretes”, cuando de informar y recibir información se trata.
Recuerdo lo que expresó el escritor franco-argelino Albert Camus (1913-1960. Escritor, ensayista, dramaturgo, periodista, premio Nobel de Literatura 1957) en sus recuerdos de cuando jugaba al fútbol, como arquero en la selección de la Universidad de Argel: “Aprendí que la pelota nunca viene hacia uno, por donde uno espera que venga. Eso me ayudó mucho en la vida…”
Cuando se toman decisiones socio-políticas-económicas, éstas nunca son asépticas, están impregnadas de vestigios psíquicos y socio-culturales de (sus contextos de vida) quienes toman esas decisiones. Y éstas están basadas en la conformación de saberes que parten de determinados estamentos desde donde se posiciona el/los responsables de esas decisiones.
Lo “exclusivamente técnico” en las tomas de decisiones en lo económico no puede ser sino a través de “juegos de maravillas”: especulaciones y esperanzas. Que generalmente resuelven las cuestiones desde una mirada sesgada que no abarca al conjunto de la sociedad toda. Porque todo depende desde qué lugar parte el individuo en esas tomas de decisiones. Ejemplo:
Fue en la década de 1990 cuando se puso en práctica un modelo que vació de contenido de producción en nuestro país. ¿Cómo engañar a la gente?
Se dice que quienes manejan la información manejan poder y decisiones y, por ende, se puede mentir y hacer que la mentira se haga verdad.


El famoso deme dos
Imaginen ustedes: ¿Cómo degradar a un país?
Un país de pronto rompe todos los protocolos y se equipara mágicamente en moneda a un gigante imperialista como Estados Unidos de América (¿vieron que es el único país que no tiene un nombre determinado). Un peso argentino= un dólar.
¿Cómo entretener? ¿Cómo sacar plata de la ciudadanía?
¿Dónde caló más esa ingenuidad? En la mentalidad de nuestra clase media.
¿Habría que preguntarse qué y cuánto abarca el sentido de clase media?
De pronto estalló los viajes, el jolgorio, el “deme dos”, etc…
Mientras se vendían hasta las joyas de la abuela. La inmensa mayoría, (como me dijo un compañero: ¡Lindo sentirse con plata, che!) se entretenía con compras y compras, muchas -a veces- banales. Nadie y muy pocos se preguntaban cómo terminaba esto. Y supimos cuál fue el final. Vendido el país, y el comienzo de una decadencia productiva y científica de la Nación. Se había acabado lo que se daba.
Ningún otro país en el mundo quiso llevar ese plan económico del Uno a Uno. Fueron más perspicaces que nosotros.
Así es, como dijo un sujeto: …no sé cómo le irá al país, pero a mí me viene muy bien, excelente.
Fue un buen estudio socio-psicológico de una sociedad como la argentina, para engañarla en sus falsos sueños de Pertenencia. ¿A qué? ¿A un supuesto primer mundo?


No hay que ser progre, ni de izquierda. Sino que se debe ser un ciudadano atento. No dejarse llevar por falsas promesas por todo lo que llega desde los poderes concentrados en los medios de información. Por algo se trata de tener el monopolio de la comunicación.
Dejemos de lado la agnotología.
Nunca creer de una sola mano. Mirar, observar, escuchar lo parecido y lo diferente y animarse a ser libres de decidir nuestras opiniones, sin maestros ciruelas que se muestran por los medios.
Uso un refrán: “No actuemos como víctimas en circunstancias que hemos creado”.
Eduquemos mucho mejor y que ese pueblo sea lo que tiene que ser por su propia elección. Pero con Educación, para que pare, mire, escuche y piense y decida por sí mismo, con personalidad de país.