

Es difícil de explicar por qué en menos de dos meses la cúpula de la Unidad Regional Departamental Colón fue destituida, aunque las razones esgrimidas “oficialmente” aparenten resultar motivo suficiente.
Lo cierto es que, en menos de dos meses, dejaron de prestar funciones el comisario mayor Manuel Vera y su sucesora, la comisaria inspectora Bibiana Mercedes Cabrera.
En enero de este año, un “procedimiento que no se ajustó al protocolo del uso de la fuerza protagonizado por efectivos policiales” en Jesús María durante la realización del Festival de Doma y Folklore motivó el relevamiento de su cargo de Vera.
La situación de marzo fue distinta porque arrancó con una grave denuncia formulada por una agente que presta servicios en la departamental. A la jefa y a dos de sus jefes los acusa de acoso laboral, mientras que a un exjefe lo acusa de abuso sexual simple.
Y aunque el fiscal de Instrucción, Guillermo Monti, está en los inicios de la investigación penal y no tiene ni siquiera citados a declarar a los acusados, además de que no pesa sobre ninguno de ellos imputación alguna, el Tribunal de Conducta Policial decidió licenciarlos a todos, les pidió que devuelvan el arma reglamentaria, y les anunciaron recortes en sus remuneraciones.


Este último movimiento tuvo su eco en los Tribunales de Jesús María que trabaja estrechamente con la policía local y desde donde algunos funcionarios ya habían advertido que la Departamental se había convertido en una “bomba de tiempo”.
De hecho, las fuentes consultadas consideraron que nada de esto hubiese pasado si en enero hubiesen tomado una decisión radical y hubiesen descabezado a la totalidad de la cúpula.
Acalorada discusión
Pocos días antes de que se radique formalmente la denuncia en contra de la comisaria inspectora Bibiana Cabrera, del comisario inspector Sergio Giordano, del comisario Cristian Hernández, y del comisario inspector Jesús Yolando Contreras, en uno de los patios que la repartición tiene en Jesús María hubo una decena de testigos de una acalorada discusión entre Hernández y la denunciante que terminó a los gritos.
Hasta su licencia, Hernández venía ejerciendo la titularidad de la comisaría de Jesús María y lo que parecía un intercambio fuerte de opiniones terminó a los gritos y con la amenaza de denuncia que finalmente tuvo lugar en la fiscalía.


Aunque nadie quiere explicar en detalle, dan a entender que el nivel de agresividad entre jefes y subordinados venía tomando un rumbo en la repartición imposible de tolerar y difícil de entender, especialmente tras el discurso que viene sosteniendo la Jefatura Central desde que está en manos de Liliana Zárate. No hay margen en esta etapa ni siquiera para una pizca de violencia de género.
Lo más sorpresivo dentro del corpus de la denuncia fue la acusación concreta por abuso sexual en contra de Contreras, uno de los policías que mayor exposición pública tuvo mientras ocupó cargos en la Departamental Colón y ni bien pasó a la recientemente creada Unidad Regional Departamental Sierras Chicas.