29/03/2023

Desde Bouwer, Romina Vernola se defiende sobre su condena: “No mandé a matar a Wanda Navarro”

La mujer de 34 años apeló su condena en doble frente: en la Sala Penal de Casasión del TSJ y ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Suena el teléfono y una voz grabada advierte: “Esta llamada proviene de un establecimiento penitenciario, presione uno si quiere aceptar”.

Al responder, del otro lado está Romina Vernola, la mujer de 34 años que cumple por estos días una condena a tres años por comercialización de drogas, pero a la que le espera una larga estadía en Bouwer porque pesa sobre ella otra condena a perpetua.

Estaba presa cuando le llegó la notificación de que la acusaban de haber instigado el crimen de Wanda Navarro y de haber mandado sicarios a matarla.

Por esos días, en pleno 2020, le dijo a su madre con lágrimas en los ojos: “Tuve problemas con las drogas, pero no soy una asesina. Te juro que no conozco a esa gente”.

Ahora, cuando pesa sobre ella una condena a prisión perpetua, 35 años de cumplimiento efectivo, sigue sosteniendo lo mismo. Que ella no mandó a matar a Wanda Navarro y que no tiene ninguna relación ni con los otros condenados ni con la familia de Wanda.

“Me siento una perejil. No sé si están encubriendo a otra persona. La impresión es que armaron todo a último momento y no hubo una investigación como correspondía”, comienza diciendo la mujer.

Días eternos

En Bouwer, Romina trata de pasar sus días ocupándolos con la mayor cantidad de actividades que pueda. Está estudiando abogacía, hace fajinas de limpieza o de panadería.

Todo para tratar de llegar al final del día y no ocuparlo con lo que siente, especialmente en todo lo que extraña a su hija pequeña y a la que se dijeron que se encuentra en un hospital porque no quieren ocuparle la cabeza con la cruda realidad.

“El tiempo -explica- en la cárcel no pasa. Es difícil. Las horas, los minutos no se pasan. Los tiempos para hablar con la familia son cortos. Acá se vive de otra forma. Trabajo para no pensar, para no caer en la depresión. Tengo que ser fuerte por mi familia”.

Y respecto de su hija, plantea: “Sé que va a llegar el momento en que voy a tener que decirle la verdad porque pregunta por mí todas las noches, ¿por qué no viene? ¿Dónde está? La veo durante los fines de semana. Es lo único que me mantiene en pie”.

Lucha en doble frente

Romina insiste en su inocencia: “Me condenaron sin ninguna prueba contundente. Por eso, estoy pidiendo una revisión de la causa. Quiero se esclarezca este caso porque, al haber sido tan mediático, quedó impune, no se hizo justicia”.

Disconforme con el veredicto que la condenó a perpetua, decidió apelar su condena. Primero, contrató los servicios de Carlos Hairabedián e interpuso un recurso de Casación ante la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba.

Además, decidió ir más lejos y elevó su reclamo a la Comisión de la Corte Interamericana de Derechos humanos junto al estudio de las abogadas Laura Valles y Graciela Arroyo.

El expediente con el pedido de revisión ya fue despachado a través de correo argentino, hace un par de semanas.

“Ojalá que se pueda hacer un nuevo juicio para que se haga Justicia como corresponde con el homicidio de Wanda. No la mandé a matar, no conozco a los otros condenados ni tampoco a la familia de ella. El hecho de que esté presa por (venta de) droga no quiere decir que haya tenido alguna relación con ellos”, concluye.

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