
Está claro, con la foto de estos primeros días de septiembre, que lo peor de la pandemia se dio entre mayo y agosto de este año cuando se produjo una aceleración de la curva de contagios, se llegó al pico de casos, y comenzó el descenso paulatino en forma correlativa al avance de la cantidad de personas inmunizadas contra el Covid-19.
Agosto de este años terminó con 1001 casos registrados entre Jesús María (60% de los casos), Colonia Caroya (35%), y Sinsacate (5% restante).
Y aunque fue el cuarto peor registro desde que se desató la pandemia en nuestra zona -primer caso: 26 de agosto de 2020- fue un 60% menor que en julio de este año cuando se registraron 1679 casos positivos.



En un año de pandemia, nuestro conglomerado acumuló 12899 casos de los cuales 8964 se contabilizaron entre abril y agosto de este año, es decir, 7 de cada diez casos se dieron entre el otoño y el invierno 2021.
Y, según los datos que aportó el área de epidemiología de la provincia, la llamada variante Manaos fue la predominante durante esos meses, llevándose siete de cada diez contagios.
No llegó aún la Delta
La noticia que alivia por estos días tiene que ver con la ausencia de contagios en nuestra región relacionados con la variante Delta.
Sólo se registró un caso sospechoso en un contacto estrecho que fue aislado preventivamente y que dio negativo en todos sus hisopados.
Lo que todos los especialistas aseguran es que más tarde o más temprano seguirá el derrotero de sus antecesoras y podría convertirse en la predominante durante una “tercera ola” de contagios. Por ahora, sin amenazas a la vista.



Vacunación y estancamiento
El inicio de agosto nos había encontrado con 35 mil dosis de vacunas aplicadas entre Jesús María, Colonia Caroya y Sinsacate, pero esa cifra creció de modo considerable a lo largo del mes y terminó con 64107 dosis colocadas.
Al comienzo del octavo mes del presente año, la cantidad de mayores de 18 años que todavía no se había inoculado representaba entre el 40 y el 45 % del total del público objetivo a vacunar.
Ese porcentaje ha descendido casi a un 20%, pero con un detalle: está costando una barbaridad lograr que ese porcentaje de vecinos y vecinas se acerque a recibir alguna dosis o que se inscriba para poder recibirla.
Y la presunción de las autoridades es que ese número permanecerá más o menos en los mismos guarismos.
Se trata de personas que tienen en su gran mayoría entre 18 y 29 años, aunque también hay de otras franjas etarias.
Y los motivos por los que no se quieren vacunar son variados. Está claro que un porcentaje es “antivacuna”, no la considera necesaria, y no tiene pensado ponérsela mientras sea voluntaria.
Pero también hay otros que quieren esperar hasta último momento, los que esperan el ingreso de vacunas de laboratorios norteamericanos (Pfizer, por ejemplo), los que creen que por su edad no van a enfermar grave si se contagian, y los que tienen miedo, fobias, o información incorrecta sobre los efectos que producen las vacunas.
Y no son pocos: en nuestra zona son alrededor de 14 mil.