Coronavirus, segunda ola | La sensación de volver a empezar
Aunque en los papeles pareciera que hay una continuidad temporal, a la pandemia por Covid-19 hay que pensarla como un nuevo punto de partida.

Así como la estadística sobre los casos de gripe se cuentan por año y no por cantidad de contagiados, ha llegado el momento de pensar al Covid-19 en idénticos términos.
La mayoría de nosotros perdió la cuenta respecto de la cantidad de veces que se engripó, y llegará un momento en que también se perderá la cuenta respecto de cuántas veces contrajimos Covid-19.
Dentro de lo pesimista que parece el cuadro, hay motivos para pensar en que también trajo cosas buenas. Y vamos a la enumeración de esos aspectos.

El Covid-19 nos ha vuelto más atentos a la higiene cotidiana, nos enseñó a mantener entre desconocidos una distancia prudente, y a utilizar mecanismos sencillos para minimizar contagios como el uso del barbijo, por citar los ejemplos más obvios.
El encierro obligatorio de los primeros meses de cuarentena en 2020 hizo que una multitud se volcara a las actividades al aire libre, ni bien fueron autorizadas.
La pandemia multiplicó el número de caminantes y ciclistas y nos hizo conscientes respecto de cuánto nos hacen falta nuestros afectos familiares y amistades en momentos de incertidumbre.
Cada reencuentro posible fue el termómetro de esa necesidad, aunque sea en el compartir un café o una comida en bares y restaurantes.
Y aunque en la pandemia se escucharon mucho más fuerte los gritos de los descontentos, la verdad es que fue mayoritario el compromiso de los que en silencio se tomaron la enfermedad en serio y salieron a cuidarse y cuidar a los suyos.
Es momento para pensar la pandemia en nuevos términos. Utilizar lo aprendido para evitar reinfecciones, sostener las buenas prácticas que minimizan riesgos y demostrar que se puede ser solidario minimizando la imprudencia.