Con la democracia no sólo se vota
Cuando asumió como presidente, Raúl Alfonsín hizo famosa la frase: “Con la democracia se come, se cura y se educa”. Aquella declaración no fue suficiente para que se cumpla.

40 años más tarde acá estamos sin ataduras ni represiones para expresar libremente nuestros pensamientos e ideas.
Nadie tiene que temer su muerte por expresar lo que siente sobre el quehacer institucional del Estado y de la dirigencia política.
40 años más tarde hemos sido testigos del daño enorme que le hizo a la democracia la corrupción feroz, tanto que hemos normalizado que haya funcionarios corruptos.
40 años más tarde hemos normalizado que la salud cure a medias, que la educación eduque a medias, y que cuatro de cada diez compatriotas se alimenten a medias.
Una vergüenza total que un país que produce alimentos para 400 millones de personas no tenga resuelto el problema de los 50 millones de argentinos.

Nadie pone en duda que el Estado fue ampliando en estos 40 años su rango de cobertura en numerosas facetas de la vida comunitaria, pero la sensación es que resulta insuficiente para un territorio que cuenta con tantas bendiciones.
No ha sido la democracia la culpable tanto deterioro, de tanto atraso, de tanta demora.
Han sido los dirigentes y sus erradas decisiones quienes nos han puesto contra las cuerdas y nos han ido empobreciendo y alejándonos de los estándares que serían esperables de un país inmensamente rico como el nuestro.
A cualquiera que mira desde afuera le resulta increíble que los argentinos hayamos caído tan bajo.
Pareciera un autoboicot, una decisión inconsciente de no tomar la iniciativa y empezar a emerger del pozo profundo en que nos hemos sumido.
Y no pueden culpar a la ciudadanía ni mucho menos hacerla igualmente responsable por el desastre económico.
No son los vecinos y vecinas quienes quieren esto. Nadie aprobó que se tomen estas disparatadas medidas económicas.
Tiene que hacerse cargo la dirigencia porque no estuvo ni está a la altura del desafío. La dirigencia parece divorciada de los sueños y aspiraciones ciudadanas. Autocrítica y cambio de rumbo se necesita urgente.