
Esta semana en la Cámara del Crimen de Primera Nominación de la ciudad de Córdoba comenzó el juicio con jurados populares en contra de Luis Pérez, acusado de haberle dado muerte en Jesús María a su expareja, Melisa Moyano, durante la madrugada del 31 de enero de 2021.
El tribunal está encabezado por el juez Mario Capdevila Mario, asistido por los vocales Luis Nassiz y José Pueyrredón, mientras que la fiscalía de Cámara está presidida por la fiscal Milagros Gorgas.
La abogada Julieta García Gómez, del estudio de Carlos Nayi, patrocina como querellante a la familia de Melisa.
En la primera audiencia, tras la presentación del caso, declararon como testigos Mariana Moyano, hermana de Melisa, y Eliana Pérez, hija del acusado por el homicidio doblemente calificado y por dos hechos de abuso sexual simple en contra de una menor. A raíz de estos últimos, el juicio es oral pero no público.
García Gómez hizo una valoración positiva respecto de estos dos testimonios para las aspiraciones de Justicia de la familia de Melisa. Tanto la hermana de la víctima como la hija del victimario ayudaron a moldear el contexto de violencia de género en el que estuvo inmersa la mujer hasta su muerte.
La segunda audiencia está prevista para el lunes 28 a partir de las 9. Se espera para esa jornada la declaración de testimonios más contundentes en contra de acusado.



Un victimario típico
Tanto la familia de la víctima como del victimario habían naturalizado el comportamiento violento de Pérez. A lo largo de los 14 años en los que fue pareja de Melisa, le fue haciendo cambiar de “costumbres”.
Sólo así se explica que Melisa haya cambiado su forma de vestirse, que dejara de maquillarse, y que dejara de asistir a fiestas y boliches. Y que se quedara sola.
También se supo, a lo largo de la investigación que llevó adelante el fiscal instructor Guillermo Monti, que Melisa se había separado una vez y que había sido después de una feroz golpiza.
¿Por qué volvieron, entonces? Sencillamente, porque la mujer quedó embarazada de su hija más pequeña, la misma hija con la que Pérez intentó fugarse la madrugada en la que asesinó con brutalidad a su expareja.



Pérez ejerció en contra de Melisa violencia psicológica, económica –le manejaba las finanzas mientras que él hacía cuatro años que no trabajaba ni buscaba trabajo-, y física.
En la primera audiencia, ni siquiera su hija mayor le dio una mano. Todo lo contrario. Fue la primera persona en llegar a la escena del crimen y la que aportó los datos para que, rápidamente, pudieran apresarlo.
Las comunicaciones de telefonía, las prendas ensangrentadas en el automóvil de la fuga, y el propio testimonio del vecindario que lo vio huir lo tienen contra las cuerdas en este juicio.
Desde que está preso, en Bouwer, ni siquiera hizo los deberes. No se sometió a ningún tipo de tratamiento ni se capacitó. Otra muestra más que valorará el tribunal y los jurados populares.