Agua bendita

Por: Juan M. García Escalada (Psicólogo Social, Sexólogo Social y docente).
“Cuando el río suena…”
Recuerdo la Sed cuando niños en Jesús María. Una canilla era suficiente para saciar plenamente esa sed de los juegos, luego de un partido de fútbol, por ejemplo. Y cuando en un pequeño grupo nos acercábamos al Río, o a La Toma, o en el regreso de Los Dos Ríos, montados en las antiguas y pesadas bicicletas, hacíamos descanso a la altura de Los Molinos y bebíamos el agua surgente, limpia, pura, tal como la tomábamos en nuestros hogares.
En cualquier momento y lugar, estaba el Agua fresca.
Eh!… ¡Eravamo tutti bene!
Hasta allí la vida demostraba como decía Heráclito de Éfeso: “La salud humana es un reflejo de la salud de La Tierra”. En nuestra inconsciencia cuidábamos al planeta. Te cuido, me cuidas.
Pero resulta que después de la Segunda Guerra Mundial el mundo se fue haciendo (lento al principio, veloz en lo sucesivo) un “lugar” que fue dañándose por obra y gracia de nuestra especie. Nos dimos cuenta sólo de tomar Agua para nuestros cuerpos, pero no de tomar conciencia, ya que nos fuimos olvidándonos de ella. Y de la reciprocidad.
El término “progreso” que se aceleró después de la contienda mundial ha traído (contrariamente a lo que se suponía: la felicidad de los pueblos) el instante histórico de calamidades y encerronas que han llevado a los diversos modelos políticos en un giro, al parecer, sin retorno.
¿Estará arrepentida de habernos dado vida como especie? No hemos sido agradecidos con la Naturaleza por la vida que nos dio. En búsqueda de una trascendencia banal y exitista, olvidamos lo que expresara el investigador francés Jacques Yves Cousteau: “El ciclo del agua y el ciclo de la vida son lo mismo”.

El despropósito capitalista en su versión más perversa, la del capital financiero, que se reproduce sin necesidad de mucho trabajo con pocos trabajadores, atropella a su paso todo cuanto considere que es un obstáculo. Y parece no querer darse cuenta de que es como una serpiente que -enrollada en su frenesí de consumo- termina mordiéndose su propia cola. Así, seguramente, terminará el capitalismo, devorándose a sí mismo. No se permite la dialéctica.
Se ha olvidado el necesario equilibrio de todas las fuerzas concurrentes de la existencia humana. Y la depredación de la naturaleza, la no educación para equilibrar la población mundial y el uso del poder de las armas (gran negocio), interesa sólo para un grupo de vivientes y los demás a morir.
Ese Capital tan útil, para con inversión crear desarrollo y buena convivencia entre los pueblos, desdice a cada paso su accionar en lo humano y lo utiliza para hacer prisionero de sus avaricias a lo que dice ser la libertad y la defensa de la Vida. El actual Capital hace lo mismo que decía el romano Tácito (55 D.C. – 120 D.C.), historiador y político: “Los romanos hacen un desierto y lo llaman Paz”. Ahora, se intuye, irá por el agua y después, si todavía queda vida por, el aire.

Las noticias que llegan espantan. De acuerdo a la información reciente, la perspectiva real de la escasez de agua ya comienza a cotizar en Wall Street (Calle Pared) EE.UU. Así nomás. Como el petróleo, el oro.
Todo tiene un precio. A cotizar entonces. Alrededor de 2 mil millones viven en países con problema de acceso al agua. Y algo más: Dos tercios del mundo, en los próximos años enfrentarían dificultades de escasez. Estos datos no son alentadores. Informes de Naciones Unidas dan cuenta de que el cambio climático, podrá hacer menos predecible la disponibilidad de agua.

Extremos: Grandes sequías – inundaciones extremas. Los extremos terminan por tocarse.
Veamos: Cambio climático – superpoblación – sequías – contaminación. Lindo combo para este neocapitalismo que ya debe estar preparándose para que, en un futuro, para que existas (Tú, Yo, Nosotros) tendrás que comprar a cualquier precio el Agua, porque el Mercado así lo dice. Y si no, te mueres.
Los antiguos respetaban el Fuego, el Agua, el Aire, la Tierra. Quita todo ello que nos rodea, ¿quiénes somos? Nada.