

El próximo jueves 21 de octubre, el exsacerdote Adrián Vitali presentará en las instalaciones del Museo Jesuítico Nacional su libro El secreto pontificio. La ley del silencio que desnuda la problemática de los abusos de menores en la iglesia católica.
A Vitali le llevó casi una década compilar el material que dio lugar al libro y su exposición pública tuvo lugar el mismo día en que la iglesia católica de Córdoba anunció que el expárroco de Jesús María, Julio Aguirre, había sido expulsado de la institución.
Aguirre había sido acusado de haber cometido un hecho de pedofilia en contra de una mujer -hace muchos años- y en juicio canónico fue encontrado culpable.
Hasta aquí, El secreto pontificio. La ley del silencio, sólo tuvo difusión en los medios de comunicación y la de Jesús María será la primera presentación con público y en directo.
“Nos parece importante poner en debate una situación que la iglesia se ha encargado, desde el poder, de ocultarla que es el tema de los abusos. La tesis del libro insiste mucho en el tema antropológico: que la iglesia tiene un problema con el cuerpo y si no cambia esa posición los abusos van a seguir”, explica Vitali.


El autor del libro que viene avivando este debate largamente postergado calculó que en Argentina deber ejercer el sacerdocio unas 6500 personas, y que de ese número el 10% podría tener conductas pederastas (por analogía con situaciones ya estudiadas en el resto del mundo).
Si fuese cierto que Argentina tiene unos 650 sacerdotes pederastas y que sólo 63 fueron denunciados formalmente, esto quiere decir que el porcentaje de denuncias es muy bajo: el 1%.
“El resto (los que no fueron denunciados) sigue estando en la comunidad, no es que los aislaron, los sacaron, los expulsaron. Pasa como en el caso de (Julio) Aguirre que lo sacaron de acá y lo llevaron a otra comunidad. Ni siquiera se dijo acá por qué se lo sacó y ni siquiera se dijo a la otra comunidad por qué se lo llevaba allá”, reflexionó Vitali.


Estadística local alarmante
En menos de una década, dos expárrocos de nuestra zona enfrentaron acusaciones por abusos. Primero se conoció la expulsión por el término de una década de Luis Bergliaffa que estuvo al frente de la feligresía caroyense por un largo período.
Y este año, la expulsión de Aguirre que estuvo 29 años frente a la comunidad jesusmariense. ¿Mala suerte? ¿Coincidencia?
Vitali contesta: “Para la iglesia el abuso de menores no es grave. Cuando digo esto todos se agarran la cabeza. En el código canónico hay una serie de penas para este tipo de delito y la pena más grave es la expulsión. De todos los curas pederastas que tuvieron juicio eclesiástico solo se expulsó a muy poquitos. El resto abusó y no pasó nada como el tema de Bergliaffa, por ejemplo. O el padre (Julio César) Grassi que sigue siendo cura y nunca se le inició un juicio canónico”.
En los casos de los expárrocos locales, Bergliaffa (no fue denunciado por hechos cometidos aquí) y Aguirre, queda flotando la duda: ¿quienes decidieron formular denuncia fueron las únicas víctimas?
“El pederasta es un compulsivo. Nunca es un caso sólo, pero a la víctima le cuesta mucho denunciar porque tiene que hacer una declaración pública para que sea creíble”, concluye el exsacerdote.