

Es impensable que una niña de ocho años quiera quitarse la vida. Lo usual sería que manifieste enojo, ira, que baje su rendimiento académico, que se muestre triste, que se deprima, que pierda el interés por hacer cosas que antes le encantaban, que se vuelva introspectiva, que hable menos. Pero no que se quite la vida.
Es ilógico aceptar, por eso, que una niña de ocho años planifique y ejecute su propio ahorcamiento como método para quitarse la vida. Se necesita elegir lugar, planificar cómo hacerlo, conseguir los materiales para hacerlo y elegir un momento para poder concretarlo en soledad y aprovechando alguna distracción del entorno familiar.
Pero eso que resulta impensable e ilógico fue lo que sucedió con una niña de ocho años, casi al mediodía del domingo 22 de noviembre, a 100 metros de su domicilio en Colonia Vicente Agüero. Desde entonces, todo es consternación en la comunidad. ¿Pudo pasar acá? ¿En serio pudo pasar acá a plena luz del día y en domingo?.
Pero ese mismo domingo 22, el fiscal de Instrucción Guillermo Monti decidió detener e imputar a dos medios hermanos -mayores de edad- de la niña fallecida. Los acusa de haber sometido sexualmente a la menor de manera reiterada y continuada y, además, con la fundada sospecha de que la niña no fuese la única víctima de sus prácticas incestuosas.


Este lunes por la mañana, otra hermana de la nena fue sometida a cámara Gesell. No entendía por qué su hermanita había tomado tan drástica decisión. Los funcionarios judiciales temieron también por su vida y armaron todo un mecanismo de protección en el que intervinieron especialistas y técnicos del Polo de la Mujer y de SENAF. Aunque no trascendió qué paso, su testimonio podría resultar clave para confirmar las sospechas que tiene el fiscal sobre los dos hermanastros, ambos mayores de edad.
También espera el funcionario judicial el informe final de la autopsia ya que de la preliminar no surgió que la menor hubiese sido sujetada, levantada, ni forzada. No encontraron, a prima facie, señales de laceramiento, ni moretones, ni marcas propias de un forzamiento.
Monti, sin embargo, no dio por descartada ninguna hipótesis en este caso. Es cierto, la impresión inicial es que se habría tratado de un suicidio, aunque en el transcurso de la investigación podría determinarse que fue precedido de una “incitación”, de amenazas, y de violencia de género.


Comunidad espantada
El hecho sacudió, por segunda vez y en menos de un año, a Vicente Agüero. No había indicios ni antecedentes en la familia (al menos, conocidos) de este tipo de conductas abusivas. La familia se componía de cuatro hermanos de la pareja conviviente –dos niñas y dos niños- y dos hermanos mayores de una relación anterior del padre.
Estos dos últimos no vivían con la pareja, pero visitaban a su padre y a sus medios hermanos con frecuencia. Se desconoce si los presuntos sometimientos llevaban larga data ya que todo es motivo de investigación y de estricto secreto de sumario en este momento.
Vicente Agüero todavía no se repone de la anterior causa de abusos cometidos en contra de una mujer mayor de edad con retraso madurativo y por la que se encuentran detenidas seis personas: el padre, la madre, y un tío de la mujer, además de la pareja de la madre, de un amigo de este último, y de un primo.
La investigación se centra en la posibilidad de que hayan obligado a esta mujer a ejercer la prostitución. Ahora en diciembre, se cumple un año desde que los hechos fueron denunciados y comenzaron las detenciones e imputaciones.