

Hace una buena cantidad de años que los veteranos de la guerra de Malvinas se impusieron la obligación de “Malvinizar”.
Es decir, para dejar registro, constancia, de los valores que encarnaron quienes fueron a combatir a Malvinas para defender territorio patrio, lejos de cualquier especulación partidaria o política.
Y en esa autoimpuesta tarea de Malvinizar, a Héctor Rivadero se le ocurrió sugerirle al docente Álvaro Monge que se pudiese hacer algo con motivo del 40 aniversario del desembarco argentino y de la recuperación temporal de nuestro territorio isleño.
Ésa fue la génesis de A 40 del 82, deconstruyendo Malvinas, una ficción documental que se pensó como cortometraje, pero terminó como película con 65 minutos de duración y un relato respetuoso de los hechos narrados por protagonistas y familiares.


Alfombra roja y premiere
Como en los grandes estrenos de cine, A 40 del 82, deconstruyendo Malvinas, tuvo su avant premiere en el complejo de cines Molise con alfombra roja y un debut a sala llena.
No hay que perder de vista que se trata de un trabajo que tiene como marco referencial a una escuela pública y a los alumnos del último año de la especialidad Comunicación.
Y por tratarse de un trabajo que se encara con el alma y que con ingenio se suplen los millones de dólares que Hollywood le aportaría a cualquier ficción.
La ficción dirigida por Monge, la cuarta de este tipo en este establecimiento educativo, parte de la dolorosa verdad de que la mayoría de los alumnos sólo sabe sobre Malvinas lo que dicen las efemérides escolares y hasta poco menos que eso.


Los que están, los que faltan
El aporte documental de la película abreva en fuentes directas e indirectas. Está claro que los testimonios de los veteranos Eduardo Álamo, Andrés Moyano, y Héctor Rivadero son la columna narrativa que encaja en la hipótesis inicial.
Pero también es destacable el aporte que hace en el filme el periodista Miguel Gramajo que en tiempos de la guerra tenía en Jesús María la revista Qué y que fue la primera que registró los testimonios al poco tiempo del regreso de los soldados locales que habían combatido.
A 40 del 82, deconstruyendo Malvinas tiene hasta su propia banda sonora que va marca el pulso entre testimonio y testimonio.
Y hay algunas reinterpretaciones del clásico cancionero malvinense que en boca de artistas locales dotan de sentido.
Un párrafo aparte se lleva el tramo en que dialogan los familiares de Juan Álvarez. Mabel Álvarez y el “Corto” Baldo, en carácter de hermana y suegro de Juancito, hablan de la tremenda humanidad que tenía el también músico y fundador del mítico conjunto local Tuakay Taqui.
Hay fragmentos de actuaciones de los Tuakay y la sola aparición de Juan movilizó los corazones de quienes lo conocieron y lo quisieron por su don de gente.
Su compadre, la “Mona” Morandini lo recuerda con cariño en el filme y muestra cuánto duele la ausencia.
Con A 40 del 82, deconstruyendo Malvinas no sólo ha quedado un filme escolar sino un testimonio valioso para la posteridad.